ORGULLO LATINO
Tiempo de lectura: 4 minutosLa Real Academia Española es poderosa, pero nunca controlará cómo hablan los latinos
Muchos latinos consideran que la RAE es una institución anticuada que intenta frenar la evolución natural del español.
¿Te imaginas que te digan que hables usando solo un conjunto de palabras que se consideran aceptables? Bueno, es por esto que muchas comunidades de habla hispana en Estados Unidos y países de Sudamérica y Centroamérica tienen sentimientos encontrados sobre la Real Academia Española (RAE).
Esta institución se creó en junio de 1713 de la mano de Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga.
Inspirado por la Académie Française de Francia, quiso crear un organismo similar para proteger el idioma español. Un año después de su creación, el rey Felipe V otorgó a la RAE su real cédula para registrarla ante la ley.
Desde sus inicios, el propósito de la RAE ha sido preservar el idioma al “fijar las voces y vocablos de la lengua castellana en su mayor propiedad, elegancia y pureza”. En otras palabras, establecer un criterio para los hablantes con el fin de utilizar el español de forma correcta.
Como parte de esta misión, la RAE intenta unir a los países de habla hispana al establecer un uso estándar del idioma y evitar adaptaciones drásticas en él.
En efecto, el artículo 1 de los estatutos de la RAE establece que su misión es “velar porque los cambios que experimente la lengua española en su constante adaptación a las necesidades de sus hablantes no quiebren la esencial unidad que mantiene en todo el ámbito hispánico”.
En total, 21 academias de español en América Latina han ayudado a la RAE en su ambición de desarrollar un conjunto de criterios para esta lengua.
Entonces, ¿de dónde vienen los sentimientos encontrados?
Los problemas con la RAE
A medida que muchos países y sus culturas se expanden y desarrollan, el idioma evoluciona para adaptarse a estos cambios.
Por esta razón, una de las críticas que se suele dirigir a la RAE es que ha tardado mucho en adaptarse.
La institución insiste en apegarse a su tradición y se resiste a reflejar los cambios de la sociedad latinoamericana al incorporar nuevas palabras y expresiones al español.
Algunos argumentan que la RAE toma esta postura porque quiere mantener la “pureza” del español, pero otros opinan que solo reduce el dinamismo y la capacidad del idioma de mantenerse al día con la sociedad moderna.
Además, muchos perciben un sesgo hacia el español que se habla en España por encima de las variaciones en otros países de habla hispana.
Las reglas gramaticales y las recomendaciones ortográficas de la RAE se basan, en gran medida, en el español que se habla en España. Por tanto, no siempre tienen en cuenta las diferentes expresiones idiomáticas y variaciones gramaticales que se utilizan en Latinoamérica.
Debido a este sesgo, a muchos latinos les resulta extraño que la RAE se enorgullezca de estandarizar el idioma español para personas que viven tan lejos de su sede en Madrid, la capital de España. Incluso, algunos sugieren que sus estrategias están influenciadas por el colonialismo.
Al considerar que a las poblaciones indígenas en países colonizados por españoles se les despojó de sus idiomas para reemplazarlos por el español, es fácil entender las disconformidades. Incluso ahora, con nuestro propio desarrollo cultural, se nos instruye desde lejos sobre lo que debemos y no debemos hacer.
Hoy en día, no son solo otras culturas y países los que se ofenden con el enfoque de la RAE. A pesar de su misión de unir al mundo de habla hispana, la institución se pronuncia con mucha cautela sobre hacer al español más inclusivo en cuanto al género.
Como respuesta, la población feminista y activista LGBTQ creó un movimiento para fomentar esta inclusividad, lo que implica convencer a la RAE de que haga lo mismo.
La institución ha puesto resistencia, y hace poco afirmó que incorporar la inclusión al idioma es “innecesario y ajeno” porque el plural masculino ya abarca todos los géneros, a lo que el movimiento feminista suele contestar: “lo que no se menciona, no existe”.
“El problema es que estamos confundiendo gramática con machismo”, afirma el director de la RAE, Darío Villanueva.
¿La RAE puede controlar cómo hablamos?
Esto nos lleva a hacernos la pregunta: ¿en realidad la RAE puede controlar cómo hablamos? La respuesta es un no rotundo. Hay una diferencia entre publicar sugerencias sobre el uso del idioma español y obligar a la comunidad latina a hablar de cierta manera.
El idioma es algo que pertenece a las personas y son los hablantes quienes deciden cómo se usa. La RAE puede hacer recomendaciones, pero no puede imponer su opinión al público.
En última instancia, los latinos tenemos la libertad de adaptar y cambiar el español como mejor nos parezca.
Por supuesto, esto no significa que debamos inventar palabras o frases porque sí. Más bien, a medida que nuestro mundo evoluciona y nuevos términos salen a la luz, nosotros también podemos incluir estos cambios en nuestro día a día sin preocuparnos por una institución antigua y distante.
“La Real Academia Española todavía tiene un largo camino por recorrer antes de ser realmente inclusiva”, dice Rosalía Vázquez, correctora de estilo en Ecuador.
“El idioma no se dicta por lo que dice una institución, se dicta por cómo habla la gente. Lo más maravilloso del idioma es que si la gente habla de cierta manera, es inevitable que se convierta en la norma. Al fin y al cabo, el idioma es del pueblo”.