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Deredia sculpture outside the Museo de Bellas Artes in Mexico City

Jorge Jiménez Deredia: una mirada a la herencia indígena de Costa Rica a través de la escultura

El trabajo del escultor costarricense ha creado un legado que recuerda a los espectadores sobre la rica cultura e historia de su país.

El arte es un reflejo de las experiencias, la historia y el entorno de una cultura.

Dentro de cada cultura, hay artistas que se destacan por darle un nombre al arte o estilo de ese país, ya sea a través de la escritura, la pintura, la escultura o las artes manuales.

En Costa Rica, uno de estos destacados artistas es Jorge Jiménez Martínez, más conocido como Jorge Jiménez Deredia, un escultor que captura su propia percepción y los misterios de Costa Rica a través de sus fascinantes obras.

Nacido en 1954 en la ciudad de Heredia, Deredia se sintió atraído por el arte desde temprana edad.

Estudió en el Colegio Conservatorio Castella, escuela que no solo impartía materias básicas, sino también diferentes cursos artísticos. Ahí, se sintió cautivado por la escultura y comenzó a trabajar de forma oficial como escultor en 1970.

Sus primeros años le brindaron la oportunidad de vivir en Italia como parte de una pasantía estudiantil.

Esto resultó ser una experiencia reveladora y una que duraría toda la vida porque nunca se fue de Italia. “Cuando terminaron los siete meses, rompimos el boleto de regreso: sentí que tenía que vivir cerca de las canteras de Miguel Ángel en Carrara”, afirmó.

Para Deredia, mudarse a un país diferente le abrió la puerta a otras formas de arte y corrientes artísticas, muchas de las cuales eran considerablemente diferentes a las que había visto en su país natal.

A pesar de la distancia entre los dos países, sus raíces costarricenses solo se fortalecieron ya que fusionó las herencias de los dos continentes a través de su trabajo.

Nuevas perspectivas

Deredia se graduó en dos prestigiosas universidades italianas, la Academia de Bellas Artes de Carrara y la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Florencia.

Su interés por el arte del Renacimiento le animó a reflexionar sobre el desarrollo de su obra e incluso a concebir una nueva percepción de la vida.

Esta perspectiva le hizo centrarse en el concepto de “ser” y su interacción con el universo. Resumió esto con la poderosa declaración: “Creo que somos polvo de estrellas en un estado constante de evolución”.

Cabe destacar que el enfoque renovado de Deredia lo llevó a integrar sus raíces a su arte al visibilizar y recuperar las obras indígenas de Costa Rica. Lo hizo a través de la inclusión de figuras y simbolismos asociados a las esferas precolombinas realizadas por los antiguos Borucas.

“Deredia originalmente vio las esferas precolombinas de Boruca en una visita a un museo de San José mientras vivía en Costa Rica durante la década de 1960”, escribe Elizabeth Myong en un artículo para Houstonia Magazine

“Estas esferas, creadas hace casi 2000 años con superficies de granito liso de formas perfectas, inspiraron la lealtad de Deredia a lo que él considera la forma ideal, una que le permita volver a imaginar un mundo que no se complique con los bordes y los pliegues”.

Fue durante este tiempo que decidió tomar el nombre de “Deredia”, en referencia a la ciudad donde nació (es decir, de Heredia).

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El legado de Jorge Jiménez Deredia

Deredia ha dejado un impacto duradero en el mundo del arte con su estilo único y el uso de varios materiales y metales. Sus esculturas se pueden encontrar en las principales ciudades del mundo, incluidas Génova, Lucca, Houston, México, Guatemala y, por supuesto, su amada Costa Rica.

Una de sus obras más notables es La ruta de la paz, ubicada en la provincia de Alajuela, Costa Rica. Esta pieza representa cuatro esferas diferentes que emergen como mujeres, lo que alude a la capacidad de dar vida.

El uso de figuras redondas y la incorporación de representaciones femeninas son temas recurrentes en el trabajo de Deredia, y su uso del misticismo indígena costarricense agrega un nivel de profundidad y significado cultural.

Al emplear materiales como el concreto, el cemento y el acero, el escultor agrega un elemento moderno a su trabajo sin dejar de rendir homenaje al arte tradicional indígena costarricense. Sus esculturas son una fusión de su propia percepción de Costa Rica y sus misterios, con un profundo conocimiento del Renacimiento y su fervor intelectual.

Es importante destacar que la obra del artista es también un esfuerzo por visibilizar y recuperar el arte indígena de su país. Esto lo hace a través de la inclusión de figuras y simbolismos asociados a las esferas precolombinas creadas por los antiguos borucas. El arte de Deredia no es solo una representación visual de su propia percepción del mundo, sino también una forma de llamar la atención sobre la rica herencia cultural de Costa Rica.

También dejó su legado en Italia, que fue su segunda casa. No solo se convirtió en el primer escultor latinoamericano en colocar una obra en la Basílica de San Pedro en la Ciudad del Vaticano, sino que también fue el primer artista contemporáneo en exhibir sus obras en el Foro Romano, dos privilegios reservados solo para los artistas más talentosos y respetados.

En 2018, varias de sus esculturas se presentaron en una cautivadora exposición al aire libre en la ciudad italiana de Lucca. “[Jorge Deredia] hace un buen trabajo al sintetizar lo clásico y lo moderno, lo antiguo y lo nuevo, lo figurativo y lo abstracto”, comentó un visitante de la exposición.

“La más impresionante fue la que estaba justo afuera de la puerta del casco antiguo. Es enorme… y tiene una gran suavidad y carnosidad”.

“Es realmente hermosa.”

Las obras de Deredia sirven como un recordatorio de que el arte puede ser un medio poderoso para preservar nuestra cultura e historia. Sus esculturas tienen una belleza única que trasciende el tiempo y el lugar, lo que conecta a los espectadores con la cultura y la belleza de Costa Rica, y ha creado un legado que perdurará por generaciones.




Sara Jiménez Molina

Sara es de Costa Rica y divide su tiempo entre Alajuela y Puntarenas. Se especializa en literatura sobre cultura y viajes, y espera algún día plasmar en un libro todo lo aprendido. Sara escribe para Orgullo Latino desde 2022.

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