ORGULLO LATINO
Tiempo de lectura: 4 minutosDurante las fiestas los latinos comen tamales, no pavo
Hay una razón por la que preferimos esos exquisitos paquetitos envueltos para regalo por encima de cualquier otra cosa durante las fiestas.
Es difícil explicárselo a alguien que nunca lo ha experimentado: la forma en que los tamales llenan un hogar de un olor especial cuando se están cocinando. Es un olor que impregna el ambiente, despierta el apetito y nos recuerda momentos especiales con la familia y los amigos.
Quizá sea esta capacidad de los tamales para evocar recuerdos lo que los ha convertido en parte esencial de las celebraciones navideñas de tantas familias latinas, tanto en su país como en el extranjero.
A diferencia de muchos en Europa, que tienden a preferir el pavo, la lasaña y otros platos para celebrar estas fechas especiales, nosotros preferimos el delicioso y versátil plato que nos recuerda a nuestro hogar.
"Para muchos latinos en Estados Unidos las fiestas navideñas son sinónimo de tamales", afirma Zilkia Zaner, que destaca cómo las familias se reúnen para preparar y comer estos entrañables bocadillos.
"Durante las fiestas, uno quiere volver a conectar con su lugar de origen o el de sus antepasados, lo que significa que los tamales son diferentes no solo de un país a otro, sino también de una región a otra e incluso de una abuela a otra".
"Tal vez la gente no sepa cómo hacerlos pero tiene el recuerdo de haberlos probado. Saben cuál debe ser su sabor".
"Su valor está en que son hechos a mano"
Lo que hace que estos paquetitos sean aún más especiales es el tiempo y lo que cuesta hacerlos. Es una labor de amor que a menudo requiere la ayuda de toda la familia.
También, esto lo hace mucho más especial que el pavo comprado en masa y con relleno premezclado.
"Los tamales no se han vendido en masa como otros alimentos navideños, como el pavo y el jamón horneado con miel", dice Zilkia. "Su valor viene del hecho de que están hechos a mano y de los recuerdos que evocan".
La chef Erika Stanley, que creció en Costa Rica, está de acuerdo: "son difíciles de hacer y requieren mucho trabajo".
"Es una parte de ti que quieres compartir con los demás. Es tu amor, tu tradición y tu cultura, así que es el regalo más maravilloso que alguien puede hacerte".
Como plato tradicional, la palabra tamal procede del náhuatl (grupo de lenguas de la familia lingüística uto-azteca) tamalli y significa envuelto. El nombre es sencillo y describe perfectamente este plato, que se basa en la cocción lenta de una masa de maíz, envuelta en hojas, que contiene una variedad de carnes y/o verduras.
A lo largo de los siglos, ha evolucionado hasta convertirse en un plato latinoamericano por excelencia. Hoy en día, cada país tiene su versión de tamales, paquetes envueltos para regalo que encierran siglos de sabiduría culinaria.
Navidad, a nuestra manera
Quizás el caso venezolano sea uno de los más emblemáticos en cuanto a celebraciones navideñas.
La versión venezolana del tamal, la hallaca, se prepara exclusivamente en diciembre, a diferencia de los tamales mexicanos o colombianos que están disponibles en cualquier época del año. La hallaca es el plato principal de la cena navideña, aunque suele acompañarse de pierna de cerdo, pan de jamón y ensalada de pollo.
Además, la preparación de las hallacas implica una compleja organización familiar. En la elaboración de este plato navideño pueden participar entre media y una docena de personas.
Para preparar con éxito las hallacas se organiza una estricta jerarquía social de actividades. En el nivel más bajo, los que tienen menos conocimientos de cocina se encargan de limpiar las hojas de plátano y atar los paquetes. En la cúspide de la organización matriarcal, la madre o la abuela, prepara el guiso de cerdo y res con el que se rellenarán los paquetes.
Para muchos venezolanos el verdadero acontecimiento es esta reunión familiar profundamente significativa. Además, las decenas de hallacas que salen de este proceso no solo se destinan a las cenas de Navidad y Año Nuevo, sino como regalo o forma de intercambio con otros miembros de la familia y amigos cercanos.
Lo mismo ocurre cuando los latinos los preparan en el exterior, especialmente en Estados Unidos. Lejos de nuestros parientes y lugares cotidianos, la preparación familiar de los tamales, las tamaladas, no solo nos conecta con nuestras raíces, también proporciona un sentido único de comunidad difícil de replicar en la preparación de otros alimentos.
Como la elaboración de los tamales requiere tanto trabajo, da a los seres queridos tiempo suficiente para reencontrarse, recordar historias pasadas o ponerse al día, compartiendo nuevos acontecimientos. Al mismo tiempo, cada uno de nosotros desempeña un papel específico y contribuye al éxito de una comida compartida. Es un proceso profundamente colaborativo.
Al fin y al cabo, ese es el significado más profundo de la Navidad para todos nosotros: la oportunidad de sumergirnos en un sentido único de comunidad junto con nuestra familia y amigos.