ORGULLO LATINO

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A Latino family making dinner together

¿Por qué la comida latina casera es tan nostálgica?

Por qué la comida casera latina es tan nostálgica
Nuestra comida tiene cierta magia y el poder de evocar los mejores recuerdos.

¿Alguna vez le has dado un mordisco a algo y has sentido como si de repente te transportaran a otro tiempo y lugar.

Nuestra comida, específicamente la comida casera, tiene el poder excepcional de hacer precisamente esto.

La primera vez que comí una arepa tradicional colombiana, por ejemplo, tuve una clara sensación de déjà vu; sin embargo, lo más cercano que recuerdo haber comido son las gorditas elaboradas a mano que mi abuela hacía para nuestras grandes reuniones familiares en México.

Las arepas habían sido hechas a mano por un buen amigo según una receta familiar que se había transmitido de generación en generación.

Si bien su forma redonda y su sensación pastosa me recordaron a las gorditas, el sabor era completamente diferente. A pesar de eso, no pude evitar transportarme a esos días de infancia llenos de comida casera y risas en compañía de mi abuelita.

En la mayoría de los países latinoamericanos no preparamos la comida solos sino en comunidad. Para nosotros, la comida casera es un acto de amor para compartir con los demás. Aquí, si le preguntaras a una abuelita cuál es el ingrediente secreto de alguno de sus platos caseros la respuesta será sencilla: amor.

Más que eso, cocinar y comer comidas caseras va de la mano con pasar tiempo con los seres queridos. De hecho, son dos de las cosas de las que estamos más orgullosos e insistimos en transmitir a nuestros hijos.

Ya sea tomando un café con leche en San José o disfrutando de unos tacos al pastor en las calles de Ciudad de México, en toda América Latina el momento de comer es también el momento de socializar.

Es una oportunidad para compartir recuerdos, chistes y recetas, y para crear otros nuevos. Por eso, nuestra comida tiene un fuerte componente emocional.

Cuando recuerdas tu plato favorito de la niñez no solo recuerdas el sabor, el olor y la textura, sino a las personas que estaban contigo. Recuerdas los pequeños detalles como el olor del perfume de tu mamá o el sonido de la risa de tu mejor amigo.

cocina casera latina

Memorias culinarias

¿Por qué la comida latina casera nos pone tan nostálgicos? Bueno, en parte tiene que ver con el hecho de que la comida latina está profundamente conectada con nuestras emociones. Cocinamos cuando estamos felices, tristes o enojados.

Un mito popular entre los cocineros mexicanos, por ejemplo, es que si haces salsa mientras estás enojado o molesto, te saldrá muy picante.

La comida latina está tan intrínsecamente conectada con nuestras emociones, que a menudo nos traen recuerdos de otros momentos en los que comimos comidas similares.

Incluso tenemos un concurso literario, Memorias Culinarias, dedicado a eso. Para inscribirse, los participantes deben escribir un ensayo sobre su recuerdo más preciado asociado a la comida.

"El recuerdo va más allá de la comida en sí e incluye las asociaciones que tenemos con un recuerdo lejano, ya sea en la casa en la que crecimos, en nuestro pueblo natal o en nuestra familia", explica Ana Peña-Oliva, una de las organizadoras.

"Creo que una de las razones por las que los participantes se sienten atraídos por el concurso Memorias Culinarias es porque las recetas de cocina crean poderosos recuerdos asociados a la comida".

La ganadora de este año, María Bolkcom, escribió sobre hacer tamales con su madre durante su infancia en Guadalajara, México.

"Nunca pensé que extrañaría esos sabores. Se trata de ser agradecido. Se trata del agradecimiento por una comida tan especial y deliciosa que solo puedes conseguir en casa.

El proceso, la dedicación, el esfuerzo y, sobre todo, el amor son un ejemplo para mí no solo en la cocina sino en mi vida diaria".

Además de esto, nuestra comida está destinada a ser compartida. Tomemos, por ejemplo, las ofrendas organizadas para el Día de Muertos en México, siempre llenas de platos caseros, dulces y fotos de los familiares que han partido de este mundo. Aquí, la comida se convierte en una forma de recordar a nuestros seres queridos, incluso cuando ya no están.

Otra razón por la que la cocina casera nos pone tan nostálgicos es porque hacer comida es una forma de mantener vivas nuestras tradiciones culturales y familiares. Ya sea haciendo pupusas a la manera salvadoreña como te enseñó tu abuelo o tomando café como lo hacía tu madre, los alimentos pueden hacernos sentir emociones profundas y evocar algunos recuerdos muy arraigados.

latinos cocinando en casa

"Aprendí todas mis recetas de mi mamá"

Los latinos prefieren las comidas caseras. Claro, nos encanta un buen restaurante como a todos los demás pero, incluso cuando salimos, tendemos a comparar los platos con lo que harían nuestras madres o abuelas.

Esto podría deberse a que cuando asociamos los alimentos con recuerdos felices, los efectos son profundos y afectan cómo creemos que saben los alimentos y cómo nos hacen sentir.

Si bien podemos tener buenos recuerdos de nuestros restaurantes favoritos o lugares de comida callejera, los recuerdos de los momentos, las recetas y las comidas compartidas con nuestros seres queridos en casa siempre serán más intensos.

Para Hugo Acosta, ese recuerdo es el flan que hacía su mamá cuando él era niño y aún vivía en Venezuela. Aunque el postre era delicioso, Hugo dice que lo que más disfrutaba eran las conversaciones que se tenían en la mesa, desde política hasta lo que pasaba en el colegio, y el flan "era la joya, el momento especial".

Ese momento especial es también uno de los recuerdos más preciados de su país de origen que guarda la peruana Mary Cullipher. Su plato favorito es la papa a la huancaína, una comida popular peruana, no por su sabor (aunque es delicioso) sino porque le recuerda a su familia que le enseñó a prepararlo.

"En Perú, las madres tradicionalmente les pasan las recetas a sus hijas y les enseñan a cocinar. Aprendí todas mis recetas de mi mamá", dice Mary.

Rafael Seguinot, un puertorriqueño que ahora vive en Estados Unidos, está de acuerdo. El plato favorito del puertorriqueño son los pasteles de yuca: "mi mejor recuerdo de los pasteles no es comerlos, la mejor parte es hacerlos", dice Rafael.

"Después ves la cara de la gente disfrutando de los pasteles". Ese momento de felicidad hace que valga la pena todo el trabajo duro en la cocina, el momento mágico que será recordado en los años venideros.

Aunque nuestras culturas y cocinas pueden diferir en todo el continente, también tienen algo especial en común. Desde Perú hasta Guatemala, cocinar se trata de saber cómo usar ingredientes simples para crear platos complejos que no solo están llenos de sabor sino de cultura e historia.

Con tantas historias y emociones ligadas a cada plato, no es difícil entender por qué nuestra comida es tan nostálgica.

Disfrutar de comidas caseras con los seres queridos es uno de los recuerdos más preciados de todos los latinos pero es importante que los ingredientes que ponemos en esas comidas no causen daño a quienes los cultivan.

Trabajamos directamente con agricultores orgánicos que cultivan frijoles negros y semillas de chía, dos alimentos básicos para algunas de nuestras comidas latinoamericanas favoritas.

 

 




Astrid Longi


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