Edwar Andrés Salinas nos cuenta por qué el cafecito tiene un significado diferente para cada uno de nosotros.
¿Nos tomamos un cafecito?
Para nosotros, tomarnos un cafecito suele ser un ritual, un momento especial y una experiencia. Nos da la oportunidad de hablar de cosas importantes o de chismosear.
La experiencia del cafecito es parte de lo que significa ser latino y ha cruzado fronteras con nosotros.
De hecho, según datos recientes publicados por la Asociación Nacional del Café (NCA, por sus siglas en inglés), nuestro grupo demográfico es uno de los que más consume café en el país.
Para nosotros, tomar café temprano en la mañana es algo esencial. Es un ritual que marca el ritmo para comenzar el día, durante la jornada y hasta la noche.
Un cafecito puede unir diferentes culturas y fortalecer redes sociales. Puede evocar recuerdos de casa. Es parte de nuestra herencia que ha pasado de generación en generación.
También, puede conectar diferentes culturas latinas en Estados Unidos, como lo señala Martín Mayorga, CEO y fundador de Mayorga Coffee.
Martín nació en Guatemala pero creció en toda Latinoamérica antes de llegar a Miami. Aquí pasó mucho tiempo con inmigrantes cubanos y experimentó cómo el café impregnaba todos los aspectos de la vida social latina, sin importar de dónde fueran.
Como lo explicaba en una entrevista para Perfect Daily Grind: "en Miami el café está profundamente arraigado a nuestra cultura. Es parte de nuestra niñez [y] herencia. Miami ha estado a la cabeza en el aspecto social del consumo de café durante décadas. El aspecto social del café era poderoso y todavía lo es".
El mejor café del mundo
Una de las razones por las que el cafecito es tan importante es que cada comunidad tiene sus propias tradiciones. La chef cubana radicada en Miami y autora de un libro de cocina, Lourdes Castro, nos dice que es "algo más que un café".
"En Miami ninguna comida cubana está completa sin un cafecito", dice. "Un cafecito bien preparado tiene una crema dulce que flota sobre un espresso fuerte".
Edwar Andrés Salinas Tovar, un experto en café colombiano y cofundador de Rodson Coffee, explica por qué hay diferencias entre las diversas culturas.
Él dice: "dependiendo del país latinoamericano se le puede llamar café negro, en Colombia lo llamamos tinto. Para los cubanos, la experiencia consiste en el café cubano, un café muy concentrado con azúcar moreno. Los venezolanos, por su parte, disfrutan de un café negro suave llamado guayoyo o de un café negro con leche llamado marrón".
Estas tradiciones tienen su origen en el hecho de que muchas de nuestras culturas tienen una rica herencia de cultivo de café. El café forma parte de la vida de muchos de nosotros y significa algo diferente para cada uno.
Por eso, cada hogar y cada familia tiene su propia manera de prepararlo. Edwar dice que lo importante no es cómo lo haces sino que te permita disfrutar del momento.
Bébelo con o sin leche, agrégale azúcar, hazlo filtrado o como espresso. ¿Qué más da? Realmente no importa, siempre que lo disfrutes.
"El mejor café del mundo es el que más te gusta", recuerda Edwar.
Parte de nuestra juventud
"Tenemos una estrecha relación con el café. Muchos de nosotros iniciamos directa o indirectamente en el consumo de café cuando éramos jóvenes", dice Edwar. "Como colombiano, el café forma parte de mi vida cotidiana".
Esto es especialmente cierto en los países productores de café donde familias y comunidades enteras trabajan juntas en las fincas cafeteras.
Por ejemplo, en Colombia hay más de 550 000 familias que cultivan café. A pesar de eso, no se trata solo de los caficultores sino de toda la cadena de valor.
"No se trata solo de cultivar café, también están los recolectores, la gente que lo transporta, los tostadores, los propietarios y el personal de las cafeterías, y muchos más", explica Edwar.
Todas estas personas están estrechamente relacionadas con el café.
Martín recuerda haber visto a adultos bebiendo cubanos por todo Miami cuando era niño. Ellos compartían historias sobre sus países de origen, que en muchos casos dejaron atrás sin nada más que la ropa que llevaban puesta. Lo que trajeron consigo fueron sus historias, su pasado y sus tradiciones, incluida la de hacer cafecito para los amigos y la familia.
"Los emigrantes cubanos ven el café como parte de su cultura", dice Martín. "Ven el café como parte de su juventud. Tienen recuerdos de su abuela haciendo café".
Para nosotros, el café está siempre asociado a la familia y la amistad.
Por eso, el cafecito es mucho más que una taza de café, explica Martín. "Es nuestra historia, nuestros recuerdos con los seres queridos, nuestra conexión con nuestra tierra. Es el hogar".