ORGULLO LATINO
Tiempo de lectura: 5 minutosLa caficultura convencional está intoxicando a las comunidades locales
Y las excusas se están agotando.
En relación con los productos químicos, el café es uno de los cultivos alimentarios más tratados. Según estimaciones recientes, en todo el mundo se aplican más de cinco millones de toneladas de pesticidas a los cultivos, lo que representa alrededor de 250 libras aplicadas por acre de café cultivado de manera convencional.
El uso de agroquímicos se relaciona en gran medida con la adición de nitrógeno, fósforo y potasio al suelo para estimular el crecimiento de las plantas y lograr mayores rendimientos ante condiciones difíciles.
Por ejemplo, en las fincas de café donde las plantas se cultivan bajo luz directa del sol se utiliza un 25 % más de fertilizantes que en las fincas donde se cultivan bajo sombra (el lugar ideal) para lograr una buena cosecha.
Los países en desarrollo como Kenia, Uganda, Vietnam, partes de Indonesia y algunos países latinoamericanos utilizan estos métodos agrícolas convencionales porque los caficultores a menudo carecen de capital y otros recursos. Estos agricultores dependen de los subsidios agrícolas que les permiten, a través de cooperativas, comprar fertilizantes químicos a precios bajos.
Aunque estos métodos de cultivo convencionales pueden "aumentar" artificialmente las cosechas, sus efectos sobre el medioambiente y las personas pueden ser devastadores.
"Los insumos químicos como fertilizantes sintéticos, pesticidas y aditivos utilizados en la agricultura convencional son dañinos para los humanos, los animales, el suelo y el agua, así como para las plantas mismas", dice Pedro Henrique Dutra, jefe de ventas y exportación de café verde en Fazendas Dutra Café Orgánico, Brasil.
El riesgo de las escorrentías
Al ser rociados alrededor de la base de las plantas de café, los fertilizantes químicos contaminan el aire y destruyen el suelo. También, llegan a los ríos durante la temporada de lluvias cuando los productos químicos se filtran en los arroyos junto con la capa superior del suelo, especialmente en áreas deforestadas donde los cultivos se plantan en claros.
Esto se conoce como escorrentía y puede conducir a la contaminación de las fuentes de agua, incluidos los acuíferos, lo que a su vez pone en peligro la vida silvestre local y a las comunidades que usan el agua para beber, cocinar, bañarse y muchas otras actividades diarias.
Por ejemplo, cuando los fertilizantes utilizados en las plantas de café filtran nitrato a las fuentes de agua cercanas, pueden agotar el suministro de oxígeno y matar la vida acuática. Además, las escorrentías no son lo único que causa contaminación y preocupación.
Los desechos de café (incluyendo la pulpa, la materia residual y el pergamino) generados durante su procesamiento también contaminan los recursos naturales.
Se estima que en un período de seis meses se pueden procesar 547 000 toneladas de café en Centroamérica, lo que genera hasta 1,1 millones de toneladas de pulpa y conamina 110 000 metros cúbicos de agua por día; sin embargo, Pedro explica que el cultivo del café no tiene que producir contaminación.
"Muchos subproductos generados durante las actividades de cultivo de café pueden regresar al proceso de producción y generar beneficios agronómicos", dice. "Los residuos y subproductos del café también se pueden usar permanentemente. En Fazendas Dutra utilizamos los residuos naturales generados durante la producción como abono orgánico".
Al cambiar de prácticas agrícolas convencionales a orgánicas, los agricultores pueden cultivar granos saludables y conservar un ambiente sano para ellos y sus comunidades.
Martin Mayorga, fundador y propietario de Mayorga Coffee, una tostadora con sede en Estados Unidos que vende exclusivamente café orgánico, concuerda.
"Apoyar las prácticas orgánicas en el café no es negociable si uno se preocupa por el medioambiente y por la salud de nuestros productores", dijo a Coffee Intelligence. "La fumigación que se realiza con el café convencional está cargada de químicos y venenos. Acaba con los nutrientes vitales del suelo, envenena las tierras de nuestros agricultores y las fuentes naturales de agua".
"Recuerdo un momento cuando estaba en una granja familiar, hablamos y pasamos el rato, después, tuvieron que ir a rociar fertilizantes. Estas personas se estaban poniendo trajes espaciales para rociar la tierra en la que viven y yo pensaba: 'si es tan tóxico para ellos aquí y ahora, ¿qué sucede cuando está en el suelo? ¿Qué sucede cuando llueve y corre hacia los ríos donde la comunidad se baña y obtiene su agua potable?'".
"Existe la responsabilidad ambiental de cambiar a orgánico, no solo por los agricultores sino por sus comunidades".
Una alternativa más saludable
La caficultura orgánica es la producción de café sin el uso de ningún agroquímico artificial.
En lugar de utilizar fertilizantes sintéticos y control de plagas, los caficultores orgánicos fomentan un crecimiento saludable y buenos rendimientos mediante el uso de abonos animales y verdes, compost orgánico y rotación de cultivos.
Pedro explica que estas prácticas agrícolas producen plantas más sanas, más robustas y resistentes al cambio climático. Esto se debe a que los procesos y materiales utilizados imitan los patrones naturales de crecimiento y descomposición. En definitiva, esto genera un suelo más rico y fértil, y un ecosistema más diverso y dinámico que puede protegerse mejor contra las plagas.
Estas plantas, dice Pedro, también requieren menos riego y producen un café de mayor calidad ya que se cultivan en sus hábitats preferidos (gran altitud, áreas sombreadas), lo que da como resultado un "café más denso y de calidad mucho más alta".
Por supuesto, las prácticas de agricultura orgánica no solo benefician a las plantas y a los consumidores, también a los trabajadores y a las comunidades cercanas que ya no están expuestas a toxinas dañinas en el aire, el agua o el suelo.
Pedro señala que la agricultura orgánica, además, aumenta el empleo: "las comunidades locales son uno de los recursos más importantes para nosotros como agricultores orgánicos. En nuestra región, el café proporciona una base sólida para el desarrollo económico, social y comunitario. El cultivo del café genera empleo y es una fuente importante de dinero en nuestra comunidad".
"La agricultura orgánica garantiza más salud para todos en nuestra comunidad porque es una agricultura limpia que no daña la naturaleza, no daña el suelo, los ríos y los manantiales, y es fuente de vida para todos. Hemos motivado a todos los productores de nuestra región, la agricultura orgánica es el camino hacia un futuro mejor".
Sin duda, este esfuerzo parece haber valido la pena: los productores latinoamericanos, específicamente los agricultores de Brasil, México, Costa Rica, Colombia, El Salvador y Guatemala representan actualmente alrededor del 75 % de la producción mundial de café orgánico.
"El resultado de la agricultura orgánica son beneficios ambientales y sociales para todos", dice Pedro. "La vuelta a lo biológico, a lo natural, es la solución más obvia".