En términos de tamaño, Costa Rica es un país pequeño porque cuenta con poco más de 51 000 km² de territorio. Esto lo convierte en uno de los países más pequeños de Centroamérica; no obstante, su tamaño queda corto al compararse con todo lo que tenemos para ofrecer.
Para la mayoría de nosotros en Centroamérica, las fiestas significan dos cosas: comida y familia.
La combinación única de culturas antiguas y modernas ha dado lugar a una variedad de platos deliciosos. Además, todos sabemos que se disfrutan mejor con los que amamos.
Cuando era niño, los limones estaban siempre presentes en la cocina. Estaban por todas partes, desde el agua de limón fresca que mi mamá hacía para mí y mi hermana después de un largo día de juegos en el parque hasta la jícama que empacaba para nuestros almuerzos. Por supuesto, siempre había sobre la mesa un tazón con limones recién cortados pero el uso de limones frescos se extiende mucho más allá de mi hogar.
En El Salvador, su gente transforma el maíz en un fantástico plato conocido como pupusa, una especialidad de Centroamérica donde se consume con pasión de sol a sol. Elaboradas con masa, las pupusas son tortillas de maíz gruesas y esponjosas que pueden rellenarse con diversos ingredientes antes de cocinarse en un comal de barro o en una plancha de acero.
El chocolate es muy importante para los colombianos. Al ser un país productor de cacao, tiene una larga historia de consumo que se remonta a la época precolombina.
Primero, fue disfrutado por los aztecas, quienes bebían una mezcla sagrada de granos de cacao tostados, especias y agua. A partir de ahí, se extendió el concepto de beber chocolate (sin queso en ese momento).
América Latina es conocida por sus playas donde los visitantes pueden disfrutar no solo de aguas tranquilas y de la arena blanca más suave, sino también de las ricas culturas de diferentes países, cada uno con sus platos tradicionales, música alegre y gente cordial.
Me cuesta pensar en una época en la que la yuca no haya estado presente en la mesa de la casa de mi familia en Costa Rica.
Se utilizaba para hacer yuca frita, tamales, enyucados y una de mis favoritas: croquetas crujientes y bien fritas.
La yuca es un ingrediente muy utilizado en muchos de nuestros platos favoritos. Fue uno de los alimentos más importantes de nuestros antepasados y sus raíces se extienden desde el norte hasta el sur del continente.
Es difícil explicárselo a alguien que nunca lo ha experimentado: la forma en que los tamales llenan un hogar de un olor especial cuando se están cocinando. Es un olor que impregna el ambiente, despierta el apetito y nos recuerda momentos especiales con la familia y los amigos.
Como muchos latinos, la primera vez que probé los platos más emblemáticos de Perú fue, me atrevo a decirlo, fuera del país. Este suele ser el caso porque, a lo largo de las décadas, los peruanos se han extendido por todas partes y han llevado su gran herencia culinaria a todos los lugares a los que van. Después de cenar en algunos restaurantes peruanos pensé que tenía una idea clara de lo que era exactamente la gastronomía peruana.
Se puede decir que muchos de nosotros estábamos un poco confundidos cuando nos despertamos una mañana con el concepto de "superalimentos".
¿Súper qué?, preguntamos.
Aguacate y açaí, lúcuma y aguaje, raíz de maca y espirulina, quinua y chía: de repente, ya no eran simplemente alimentos que comíamos todos los días. No, eran superalimentos y todos promocionaban ampliamente sus beneficios para la salud.
Ignorados durante mucho tiempo por Occidente, estos alimentos nativos se volvieron repentinamente muy demandados.
Para mí, al igual que para muchos latinos, los aguacates fueron un elemento básico en la mayoría de las comidas de mi infancia.
Servían de mantequilla en cada sándwich, de aderezo para cada taco y de humilde acompañante para una variedad de platos que abarcaban la mañana, el mediodía y la noche.
Celebramos la Epifanía con rosca de reyes, decimos feliz cumpleaños con la tradición de la mordida, festejamos con chajá y disfrutamos pan de Pascua en Navidad (junto con un vaso de cola de mono, por supuesto).
En resumen, los alimentos dulces como este tienen el poder de convertir las reuniones ordinarias en recuerdos atesorados.
Entre los muchos postres disponibles, hay uno que tiene un lugar especial para muchos de nosotros: el pastel de tres leches.
Cuando Marta Sánchez piensa en sus primeros recuerdos, dice que los tamales es lo que se destaca.
Sentada, con solo tres años, en la encimera de la cocina de su abuela, todavía puede recordar las imágenes, los sonidos y los olores de su familia preparando tamales durante la temporada navideña.
En este ritual, el asador es la estrella.
Para Diego, sous chef de Momo Soho en Nueva York, el asado es una orquesta y el asador es el director, el encargado de todo.
Dura horas. Todo el mundo habla, bebe vino, come queso y ensalada a la espera de que el director de orquesta tenga listo el evento principal: la carne.
Si te despiertas un día con chuchaqui (resaca), recuerda que los ecuatorianos dicen tener la fórmula para combatir hasta el peor que te puedas imaginar: un delicioso caldo de pescado llamado encebollado.